Capítulo 1



EL DESPERTAR (0 meses)

Sentado en los pies de la cama, pensaba en la mejor manera de abordar la mayor de mis responsabilidades, crear un mundo mejor que el que existía cuando nací.

Desde pequeño, mis padres me habían estado preparando para este momento, aconsejando y sirviendo de ejemplo; pero ahora, estando aquí, solo, sentado a los pies de la cama observando a mi hijo recién nacido, me inundaban las emociones. El hecho de que mis errores los pagase él, me producía pánico.

Levanté la cabeza y me dirigí pensativo hacia la ventana, desde ahí podía ver como la luna azul de Taris se reflejaba en el meandro, que hacía el rio de la Calma entre las colinas sobre las que estaba enclavado el pueblo de Ipsos, lugar de retiro de las personalidades de prestigio reconocido de nuestra civilización. Era un verdadero Edén.

Tras un breve momento de calma, comencé a recordar las historias que mis padres me habían contado y todo lo que éstas me habían guiado en la vida.

Como cuando se decidió por unanimidad eliminar las armas que causasen cualquier tipo de daño, sabían que seria duro, ya que otras civilizaciones no opinaban lo mismo, pero con compromiso y tesón lograron soluciones que no dañaban a nadie, como las bombas de tiempo, idea que habían encontrado en textos de nuestros ancestros.

Me di cuenta que aún los tenía a mi lado; podía contar con ellos. “Les pediré consejo”, me dije.

Mientras me dirigía hacia el pequeño despacho de mi padre, lleno de cachivaches antiguos y situado en el ático, trataba de analizar su forma de ser.

Mi padre es una persona muy jovial y risueña, siempre haciendo bromas, aunque algunas no tengan gracia, sin embargo es reservado para las cosas importantes. Cada vez que se plantea alguna cuestión de cierta relevancia, medita largo y tendido sobre las palabras correctas para transmitir sus pensamientos. Nunca comprendí, hasta hoy, esas pausas. Me ponían nervioso, pensaba que lo hacía para molestarme o que ni siquiera me prestaba atención. Ahora entiendo su naturaleza, era incertidumbre.

Mientras llegaba a su puerta, deseaba que se encontrara tras ella. Inspiré profundamente, he hice sonar la puerta suavemente con mis nudillos.

-¡Está abierto!- gritó.

Cuando abrí la puerta, la habitación se encontraba a oscuras y vacía. Miré hacia el balcón y allí estaba, observando a través del telescopio aéreo de Huygens, un regalo de toda la familia por su 100 cumpleaños. Le miré como nunca lo había hecho, como el hombre que me gustaría ser, incluso me conformaba con ser la mitad de buen padre que había sido y es.

- Enhorabuena por tu nuevo proyecto - me dijo sonriendo, sin despegarse del ocular.

- Buenas noches Padre - dije desde el umbral de la puerta del balcón. - Nunca he entendido por que dedicas tanto tiempo a mirar a través de un telescopio tan obsoleto. Si quieres ver las estrellas que has visitado o las que te quedan por visitar, sólo tienes que contactar con la agencia de cartografía espacial y ellos te facilitaran holomapas de cualquier zona y en cualquier tiempo, con todos los datos que desees e incluso alguno más.

Se apartó lentamente del aparato y, con un gesto, me animó a salir al balcón y sentarme en una silla muy vieja que tenía para descansar tras sus largas observaciones.

Tras sentarme, cogió un taburete de una sola pata, que hice como proyecto de ingeniería básica durante los primeros años en la escuela, y se sentó a mi lado, en silencio, mirando hacia el cielo.

- ¿Qué ves? - me preguntó señalando hacia NGC 1946.

- Pues las estrellas de Orionis - contesté con recelo.

- ¿Algo más? - dijo sin bajar la vista.

- He venido porque necesito tu consejo. ¿Podrías decirme cómo…?

- Ya sé a qué has venido, pero primero has de escuchar - dijo con tono cortante interrumpiéndome.- ¿ves algo más? – preguntó provocándome desconfianza.

- ¿La nebulosa de Orión? – pregunté dubitativo

Me miró sonriendo, con esa expresión tan suya de… “te he pillado”.

- Primera lección: todo en la vida es dual, blanco y negro, y la virtud es mantenerse en el gris. No creo que puedas ver la nebulosa esta noche. Tú tienes ese conocimiento, y lo mismo que éste es algo bueno, te dá amplitud de miras, también tiene la capacidad de limitar tu visión a lo que ya conoces. Cuando mires a tu hijo hazlo como si fuese la primera vez, siempre. Obsérvalo, y después ya recurre a tus conocimientos. Se puede ver mucho simplemente mirando, cíñete a lo que ves – me dijo suavemente. - Por cierto, ¿sabes qué es una nebulosa?

- El lugar donde nacen las estrellas - dije con rotundidad.

- Muy bien, pero… ¿qué puedes esperar de ellas?

- No te entiendo –contesté sin saber a qué se refería….

- Las estrellas, como las personas, nacen todas de la misma manera, y sin embargo todas son distintas, crean planetas distintos, en los que puede o no desarrollarse la vida, incluso una cultura, pero todas distintas. ¿Qué es lo que hace que se vaya en un sentido o en otro?- preguntó tratando de provocar....

- Son muchas las variables a tener en cuenta, desde la cantidad de materia y el tipo de ésta antes de su formación, así como la disposición de los cúmulos de planetas y protoplanetas después del encendido de la estrella. Después, si se puede formar vida, el entorno así como los acontecimientos accidentales, meteoritos, terremotos… , influyen en la vida predominante y la cultura que esta desarrollará. - contesté como me habían enseñado en la escuela..

- Exacto – afirmó - son muchos los estímulos que has de trasladar a tu hijo para hacer que él se desarrolle, eduque y sea feliz. Por todo ello, esto es una carrera de fondo, pero por una ruta que desconoces, ya que aún no sabes cómo es o en qué se quiere convertir. No te agobies, él te enseñará más a ti de ti mismo que, tú a él. Aprovéchalo. ¿Te acuerdas de todas las historias que te he contado a lo largo de estos años?- preguntó. - pues hoy te toca una más.

- Pensaba que esas historias eran para tenerme entretenido – “¿por qué me recordaría eso ahora?”, pensé. - ¿Cómo que me toca? - pregunté mirando de nuevo a Orión.

- A mediados del siglo XXII del antiguo calendario cristiano, se aprobó una ley que obligaba a los progenitores a contar la historia, desde el comienzo de la humanidad hasta el presente a los hijos, en el momento que éstos últimos lo necesitasen. - se levantó y mirando hacia la luna de Taris continuó - me explico; se comprobó, que lo mismo que una persona va madurando y aprendiendo con el paso de los años y los acontecimientos, la sociedad lo hacía de igual manera; pero la sociedad nunca avanzaba más lejos que la mentalidad de las personas que la formaban, por ello, decidieron involucrar a todas las personas de manera más directa, haciéndoles ver el paralelismo que existe entre su vida y la historia de la humanidad. - entonces haciendo un gesto con la mano me invitó a que me levantara.

- ¡Qué curioso! - exclamé sorprendido mientras me dirigía hacia él.

- ¡Y qué útil!- exclamó, asintiendo con la cabeza.- En la misma época se publicaron leyes de propiedad, para que aquellos objetos que pertenecieron a los ascendientes de una familia, siguiesen en esa familia o si eran muy relevantes, estuviesen en museos de propiedad pública, ya que forman parte de la identidad de la civilización.

- Entonces... ¿cómo es que tú puedes tener el telescopio de Huygens? - pregunté extrañado. No dejaba de ser un personaje importante, ya que fué el descubridor de la luna Titán, y aportó mucho a la ciencia con sus observaciones sobre los anillos de Saturno.

- Esas leyes fueron abolidas en la gran desconstitucionalización, y como recordarás, sólo dejaba vigente el Refrendato, documento en el que queda recogido el firme compromiso de cada individuo para con la sociedad y viceversa, además de eliminar el dinero. Aun así, se han mantenido esas prácticas como costumbres populares que todos debemos encargarnos de que sigan vigentes.

- No me has contestado a la pregunta. - dije recriminando su exceso de explicación.

- Ya voy - exclamó con tono airoso - Tras la comprobación de que somos descendientes directos de Huygens, y que yo apreciaría más que el resto de descendientes dicho mecanismo, tu madre consiguió que otro descendiente cediese este telescopio, ya que él no lo usaba.

- Los objetivos son sencillos, la manera de lograrlos, muy complicada. Es como el ajedrez. Debes conseguir que él sea feliz, aporte a la sociedad y continúe la especie, no necesariamente en ese orden.

- Cosa compleja – dije dando a entender que no sería cumplido por la mayoría de la civilización.

- No tanto – dijo, restándole importancia  - mi estrategia, que no me ha ido tan mal, fue la siguiente: empecé dándote valores; luego, jugando, te enseñé a luchar y a perder; obligándote a pensar, te di armas, los conocimientos, y por último estuve cerca para apoyarte y guiarte cuando definiste tus objetivos y prioridades.

Entonces se hizo el silencio, y  nos quedamos mirando al horizonte y reflexionando sobre la conversación. Tras un breve espacio de tiempo, se apartó de mi lado, y dirigiéndose hacia el telescopio me dijo:

- Espero que esta pequeña charla te haya ayudado, tranquilizado y motivado para emprender el verdadero viaje que comienzas ahora, tu vida como padre. Sobre todo, persigue tus sueños, trata de cambiar lo que creas que esté mal hasta conseguirlo o que ello te cambie a ti y nunca dejes de imaginar, soñar con nuevas realidades es lo que nos hace avanzar como especie, y recuerda esta frase, “los sueños de ayer son los proyectos de hoy y las realidades de mañana", y no tienes por qué estar tú aquí para vivirlos. Siempre estaré aquí para ayudarte en lo posible. Ahora vete con tu hijo y deja que me sumerja en mis sueños- dijo volviendo a sus observaciones.

Tras sus palabras, me acerqué a él y me despedí con una pequeña palmada en su hombro izquierdo, y sin detenerme, me dirigí hacia la habitación de Dohan.

1 comentario:

  1. Gracias por compartir esta bonita parte de ti, espero el siguiente capítulo, sigue tus sueños se cumplirán.

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